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Aug
Fidel Castro, desesperado ante la situación de Cuba, se sienta en la Plaza de la Revolución y se dirige a la estatua de MartÃ:
Por favor, MartÃ, ayúdame a resolver el problema de mi paÃs.
Y al rato siente una mano que le toca el hombro y le dice: Si quieres que te ayude traeme un caballo.
Fidel, asustado, sale corriendo y le hace el cuento a su hermano Raúl, el cual quiere comprobarlo por sus propios ojos y acompana a fidel a donde se encuentra la estatua de MartÃ. Fidel repite su pedido y al poco rato Martà le contesta:
Te dije que me trajeras un caballo, no un burro.