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Dec

Un sacerdote y una monja

Un sacerdote y una monja se pierden en medio de una tormenta de nieve. Después de caminar un rato, llegan a una cabaña pequeña. Totalmente agotados, se preparan para pasar la noche.

Había una pila de mantas y una bolsa de dormir en el suelo, pero solamente una cama. Caballero aun en circunstancias extremas, el sacerdote indica:

Hermana, usted duerma en la cama. Yo dormiré en el suelo, en la bolsa de dormir.

Se mete dentro de ella, sube el cierre relámpago para cerrar la bolsa y comienza a quedarse dormido. Casi al instante la monja exclama:

Padre, tengo frío.

El cura sale dificultosamente de la bolsa de dormir, se levanta, busca una de las frazadas y cubre a la monja con ella. Acto seguido, retorna a la bolsa de dormir dispuesto a conciliar el sueño, cuando la monja dice nuevamente:

Padre, sigo teniendo mucho frío.

El sacerdote, un tanto nervioso, repite la operación anterior. Ni bien retorna nuevamente a la bolsa, ya prácticamente dormido, cuando lo interrumpe con lo mismo:

Padre, me estoy congelando.

Esta vez, el religioso no sale de su bolsa de dormir y habla, como pensando en voz alta:

Hermana, tengo una idea. Estamos a muchos kilómetros de cualquier ser humano, alejados completamente de la civilización. ¿Por qué no hacemos como si fuéramos marido y mujer?

Por mí no hay problema, contesta la religiosa con voz coqueta.

¡Entonces levántate de la cama y búscate tu propia manta!, responde gritando el cura.

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