Se despierta un día en la mañana una señora y se espanta al ver que tiene una teta que le llega hasta el ombligo. Consternada se dirige con su médico.

¡Doctor, tengo un grave problema!

Dígame, señora.

Pues fíjese que en la mañana me desperté y me di cuenta que tenía un seno mayor que el otro.

No me diga, ¿pues qué fue lo que comió o qué ha hecho?

Nada, doctor, lo único es que en la intimidad, cuando me voy a dormir, mi esposo se duerme agarrándome un seno.

¡Ay señora, eso es de lo más normal! También cuando me acuesto, le agarro un seno a mi mujer.

Sí, pendejo, pero usted no se duerme en una litera.