Cuando Dios hizo el mundo, para que los hombres prosperaran decidió darles dos virtudes: A los Gringos los hizo ordenados y respetuosos de la ley; a los Ingleses, tenaces y estudiosos; a los Japoneses, trabajadores y pacientes, y así sucesivamente.

Cuando llegó a los Nicaragüenses, le dijo al ángel, que anotara en una planilla lo siguiente: Estos van a ser inteligentes, honestos, y Arnoldistas.

Cuando terminó de hacer el mundo, el ángel le llamó la atención y le dijo: Santo Padre, tú has dado a todos los pueblos del mundo dos virtudes, pero a los nicaragüenses les has dado tres. Eso hará que ellos prevalezcan por encima de todos los otros pueblos de la tierra.

Caramba dijo el Señor, ¡¡es cierto!!, pero como los dones de Dios no deben quitarse, deberemos remediar esto. A partir de hoy los Nicas conservarán esas tres virtudes, pero para no prevalecer por sobre los demás, ninguno podrá ejercer más de dos virtudes simultáneamente.

Es por eso, que desde ese momento, el Nica que es Arnoldista y honesto, no puede ser inteligente; el que es inteligente y Arnoldista, no puede ser honesto, y el que es inteligente y honesto, jamás podrá ser partidario de Arnoldo Alemán.

Moraleja: Dios sabe muy bien hacer sus cosas