En una llanura sin espesura
En una llanura sin espesura surgen tres personajes que son: el diablo, el arcángel San Miguel, y un viejo pastor:
Sale el diablo padrotamente vestido de rojo, diciendo:
Yo por estos montes diviso gente acostada. ¿Quién hijos de la chingada habitáis en estos montes?
Un viejo pastor al escucharlo, le contesta:
Yo soy el viejo pastor, que las montañas albergan y no me importa que seas el diablo: a mà me pelas la verga.
El diablo, enojado, responde:
¡Cállese, escuincle gritón, no le hable asà a su padre! ¡QuÃtese lo valentón, y váyase a chingar a su madre!
Contesta el viejo pastor:
En verdad que eres infante y no le temo al fuerte rojo. No me importa que seas el diablo: ¡Yo a los diablos me los cojo!
El diablo enfurecido se abalanza para agarrarlo a punta de chingadazos cuando, de repente, surge (¿quién, si no?) ¡El arcángel San Miguel!
¡Detente Satán maldito! ¡No abuses de tu poder! Que si a este pendejo quieres joder, ¡a mà me pelas el pito!
El diablo queda perplejo con la aparición y se dice para si:
Este pinche pastor me apantalla y hasta me hace ver visiones. Le voy a poner en su madre y a bajarle los calzones.
A lo que el arcángel San Miguel contesta:
¡Ninguna visión, cabrón, del meritito cielo vengo, y con esta verga que tengo, te voy a dejar panzón!
Los dos se enfrentan en cruenta batalla, donde surgen cocolazos, fregadazos y guamazos. Al final, el diablo todo madreado, le dice al arcángel:
¡Venciste, Miguel, venciste! Guarda ya tu larga espada; ahora sé que me venciste y me voy a la chingada.
Entre porras y rechiflas se cierra el telón. Si esta obra te gustó, rÃete no seas cabrón. Y si después de la oÃda no te gustó la puntada… como dice San Miguel:
¡Vete mucho a la chingada!
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