Un misionero, de servicio por
Un misionero, de servicio por el Ãfrica, iba ensimismado en sus rezos y oraciones, cuando, súbitamente, se le aparece un león tan grande como un toro abriendo su enorme hocico lleno de colmillos que parecÃa una cueva; el evangelizador, viéndose perdido, junta las manos y reza al AltÃsimo:
¡Sr. Dios y su hijo Jesucristo, haced que este león se haga cristiano!
Súbitamente, el león se detiene y, haciendo un esfuerzo sobrenatural, logra doblar las patas traseras para ponerse de rodillas en el suelo; entonces, levantando su enorme cuerpo hacia arriba, junta las dos patas delanteras y con una voz todo gruñidos pide:
Señor, bendice estos alimentos que vamos a comer…
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