A un negro lo invitan a una fiesta y el pobre no tenÃa ni para vestirse.
Decide ir a donde un amigo para que le preste algo de ropa… El amigo accede gustosamente y le dice que entre y saque lo que necesite. En eso ve unos zapatos de charol negros que brillaban como un espejo y le dice:
¡Oye, préstame éstos que están bárbaros!
Ni loco. ¡Me costaron más de 500 y si me los rompes te quiebro a patadas!
Tanto insiste el otro que el amigo accede.
El tipo va a la fiesta, se acerca a una chica y la saca a bailar. Después de un rato se sientan en la barra a conversar. En eso el hombre, allà sentado como estaba, se lustra disimuladamente el zapato con el pantalón y coloca el pie entre las piernas de la mujer, que tenia minifalda, para poder mirarla en el brillo del zapato y le dice:
¡Cómo me gustan las mujeres con ropa interior negra!
La chica huye despavorida a contarles a sus dos amigas.
¿Ven aquel tipo? ¡Te adivina el color de ropa interior que tienes!
¡Vamos a ver! le dice la otra y se acerca a conversar con el hombre.
El tipo repite la escena. Se lustra el zapato, lo coloca sigilosamente entre las piernas de la mujer, mira en el zapato brillante como un espejo y dice:
¡Cómo me gustan las mujeres con ropa interior blanca!
Corriendo la mujer va donde están las amigas y grita:
¡Es cierto, el atorrante aquel te adivina el color de la ropa interior!
La tercera amiga dice con aire sobrador:
A mi este no me viene a engañar. ¡Vamos a ver si adivina tanto!
Se va al baño, se quita la ropa interior y se acerca a hablar con el hombre.
Otra vez el tipo hace lo mismo, se lustra el zapato y cuando quiere mirar entre las piernas de la chica, se le baja la presión y se pone blanco.
Disimuladamente, para que la mujer no se de cuenta, se vuelve a lustrar el zapato y trata de mirar otra vez, pero le quedan los ojos como dos huevos duros.
Al intentar por tercera vez, el tipo no da más y le dice a la mujer, como suplicándole:
Oye negra, dime que estás en pelotas, porque si le digo a mi amigo que me hice un rayón asà en el zapato, ¡ME MATA!