El presidente de cierto país africano visitó Rusia, y el presidente, encantando, le mostró el país y lo trató con las cortesías propias para con un jefe de estado. La última noche, antes del regreso a su país, el presidente africano escuchó una propuesta de su homólogo ruso que lo atemorizó:

Mi distinguido presidente, sucede que todos nuestros huéspedes, después de disfrutar y conocer nuestro país, deben enfrentar su destino jugando a la ruleta rusa; aquí tienes esta arma, con un solo tiro, la cual tienes que poner en tu sien y ver si tu destino ha terminado.

Con mucho temor, el africano sigue las instrucciones y sale librado de la ruleta rusa.

Al año siguiente, cuando el presidente ruso visita al presidente africano, también es atendido con muchos honores. Pero en la última noche, el de África le dijo que, fiel a sus costumbres, tendría que jugar a la ruleta africana.

¿Y cómo es eso?, pregunta el ruso con cierto temor.

Muy sencillo, responde el africano. Ahí en cada una de esas chozas se encuentran las cinco mujeres más hermosas de África, y tú debes elegir una para pasar con ella la noche.

¿Y luego, qué debo hacer con ella?, cuestiona el ruso.

Nada, solamente dejar que la mujer que escogiste te practique el sexo oral, explica el presidente africano.

¡Hombre!, se tranquiliza el ruso, y yo que pensaba que esta ruleta africana era tan peligrosa como la ruleta rusa.

Sí, cabrón, nomás que una de estas mujeres es caníbal.