Se reúne Jesús con sus apóstoles y les pide:

Hijos míos, levantad y recoged una piedra que vamos a la montaña a rezar.

Todos los discípulos se levantan rápidamente y cada uno toma una piedra da tamaño regular. Sin embargo, Judas se queda pensando con cierto recelo:

Ya va empezar a joder otra vez: cuándo no es ayuno, es rezar todo el día. ¡No joda!

Entonces, resentido, agarra una piedra pequeñita y se va a la montaña. Cuando todos llegan arriba, Jesús se levanta e indica:

Bueno, hijos míos, rezad para que las piedras se nos conviertan en pan.

Súbitamente, todas las piedras se convierten en pan y todos los apóstoles se alegran por su pedazo de pan. Detrás, Judas se queda arrecho porque lo que tenía era un pedacito nada más.

Al mes siguiente, Jesús dice lo mismo de agarrar piedras y Judas piensa:

¡Ahora sí, no joda, ahora sí que me toca a mí!

Y coge una piedra que pesaba la mitad de lo que él pesaba, que casi no podía con ella, por lo que todos llegaron antes que él. Cuando éste arriba, todo sudado y casi sin aire, pregunta:

¿Ya empezaron?

Uno de los discípulos le contesta que no y que se siente. Estando todos ahí, Jesús se levanta y dice:

Bueno, ahora todos tirad la piedra, porque traje pan y queso para que todos comamos.