Un raton venía muy alegre por una vereda de la selva, cuando de repente crudos rugidos

desviaron su atención y le entró curiosidad por saber de que se trataba.

Al abrirse paso entre las ramas pudo ver a una enorme pantera negra quejándose de dolor, porque se había clavado una espina en una de sus patas. La pantera le pidio de favor que le ayudara a sacar la tremenda espina. El ratón, al ver que la pantera estaba indefensa decide quitarle la espina.

La pantera agradecida le dice al ratón:Muchísimas gracias, mi muy querido ratón.

Y el ratón, encabronado, le responde: Nada de gracias, yo no ayudo por nada, vete dando la vuelta por favor.

La pantera, muerta de risa, acepta sin ninguna preocupación.

En medio de plena acción del ratón, pasa un cazador, apunta a la pantera, suelta el disparo

y le da en una pata. La pantera, enjaretada de dolor, empieza a soltar rujidos que se escuchan en toda la selva.

El ratón se emociona mucho más y le dice con una gran satisfacción:

¡Gózala, morena!