Poze din categoria ‘Chistes chistosos’ Category

Esta Jess en la Cruz.

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Esta Jesús en la Cruz. Mira a la derecha y chista:

Psst, vos, ladrón.

El ladrón lo mira receloso y pregunta:

¿Qué querés, Jesús?

Vení, vení, acercate.

Pero, Jesús, no ves que yo también estoy clavado.

Bueno, está bien.

Y se da vuelta y llama al otro ladrón. El ladrón lo mira y le pregunta qué pasa.

Vení, acercate un poco.

Pero, Jesús, no te das cuenta que no me puedo mover?

Entonces Jesús, ya enojado, les previene:

Bueno, se joden los dos. Salgo yo solo en la estampita.

Tres hombres, un cataln, un

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Tres hombres, un catalán, un vasco y un madrileño, se perdieron en la selva y fueron capturados por unos caníbales.

El rey de los caníbales le dijo a los prisioneros que podían salvar sus vidas si lograban pasar una prueba que contenía dos partes: La primera parte de la prueba, era volver a la selva y conseguir diez unidades de una misma fruta. Entonces cada uno de los tres hombres tomó su camino a la selva para encontrar las frutas. El Vasco regresó y le dijo al rey:

Me llamo Patxi, yo traje 10 manzanas.

El rey le explicó la segunda parte de la prueba:

Ahora tienes que meterte por el recto cada una de las frutas. ¡Sin poner ninguna expresión en la cara, o te comemos!

La primera manzana entró, pero con la segunda, el vasco se retorció de dolor, por lo que inmediatamente lo mataron. El catalán llegó y le mostró al rey diez cerezas. Cuando el rey le explicó la segunda parte de la prueba, el hombre pensó que sería tarea muy fácil, entonces empezó:

1.. 2.. 3.. 4.. 5.. 6.. 7.. 8.. 9 y justo en la novena cereza, soltó una carcajada y lo mataron.

El vasco y el catalán se encontraron en el cielo, y el vasco le preguntó al otro:

Oye Pere, ¿y usted porque soltó la carcajada, si ya casi lo había logrado?

A lo que el catalán le contesta:

No pude evitarlo, es que vi al tontolava del madrileño, ¡llegando con PIÑAS!

La mujer est con su

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La mujer está con su amante en la cama y de repente llega el marido a la casa. A toda prisa mete al amante, desnudo, en el armario. Llega el marido al dormitorio y le reclama a su mujer:

¿Y estos pantalones?

Te los regaló tu madre en la pasada Navidad.

¿Mi madre?

¡Claro, como te emborrachaste ya ni te acuerdas!

¿Y esta camisa?

Tu hermana te la regaló en tu cumpleaños.

¿Mi hermana?

¡Sí, como es normal bebiste y ya no te acuerdas!

¿Y esta corbata?

Te la regalé yo por nuestro aniversario de boda, pero, claro, ¡nunca te fijas en las cosas que te regalo!

Si tú lo dices.

En eso, el esposo abre el armario y encuentra al amante que está desnudo. Éste se dirige al cornudo:

¿Tú te has creído todo lo que te ha dicho tu mujer?

Pues sí, responde el marido.

¡Pues venga, cierra la puerta que voy para el cuarto piso!

Una pareja est haciendo el

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Una pareja está haciendo el amor descosidamente sobre la cama. De pronto, el hombre le pide a la mujer:

¡Hazme el pino delante del espejo!

La tipa, extrañada, le hace caso: se pone mirando al espejo y le hace el pino con las piernas abiertas.

Entonces, el fulano se le acerca y coloca su rostro encima del coño y le pregunta:

¿Me queda bien la perilla?

Un pap le pregunta al

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Un papá le pregunta al pequeñín:

¿A qué juegas, mhijo

A que soy niña.

Furioso, el papá le pega y vuelve a preguntarle:

A ver, hijo, ¿a qué dices que juegas?

Llorando por la golpiza, el niño responde:

¡A que soy una Totuga Niña!

La mujer de Bonifacio le

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La mujer de Bonifacio le pregunta:

¿Por qué las mujeres prefieren hablar del amor y los hombres sólo quieren hablar de sexo?

Es que las mujeres nunca dicen lo que piensan, le responde su media naranja.

Un yanqui, un hind y

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Un yanqui, un hindú y un mexicano, llegan al Infierno. El diablo les informa que se van a quedar ahí, pero ellos le piden una oportunidad para salvarse. El demonio acepta con una condición:

El que resista tres de mis latigazos en la espalda, aún protegiéndose con cualquier cosa, se podrá ir al Cielo.

Primero va el gringo, quien se cubre con un pedazo de acero. Pero, Mefisto, al primer latigazo se lo tumba y, al darle el segundo, el americano grita y se va corriendo.

El segundo en pasar es el hindú. Extrañado, Mefistófeles le pregunta que con que se va a proteger. El indio contesta que tan sólo necesita meditar. Recibe el primero, el segundo y el tercero y no grita. El demonio le ordena que se vaya; pero él no quiere irse, hasta ver que pasa con el mexicano.

Pasa el mexicano, y Luzbel le pregunta:

¿Con qué te vas a proteger?

El mexicano se pone a pensar y decide:

Mmmm, yo me cubro con el hindú y échale latigazos.

De los placeres sin pecar,

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De los placeres sin pecar,

El más dulce es el cagar

Con un periódico extendido

Y un cigarrillo encendido:

Queda el culo complacido,

Y la mierda en el vacío.

Que triste es amar sin ser amado

Pero más triste es cagar sin haber hartado,

Hay cacas blancas por la hepatitis

Así como las hay blandas por la gastritis.

Cualquiera que sea la causa,

Que siempre te alcanza,

Aprieta las piernas duro

Que cuando el trozo es seguro,

Aunque esté bien fruncido el culo

Será por lo menos pedo seguro.

Cagar es un placer

De él nadie se escapa,

Caga el rey, caga el Papa

Caga la mujer más guapa.

Los presidentes de Mxico, Rusia

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Los presidentes de México, Rusia y Estados Unidos: Zedillo, Yeltsin y Clinton, respectivamente, están cenando en París; el mesonero francés pregunta:

¿Le aperitive?

Oui, oui, le responden todos.

El tabernero va con Zedillo:

¿Le tequile?

Oui.

Después se dirige a Yeltsin:

¿Le vodke?

Oui.

Finalmente, se acerca a Clinton:

¿Le whisky?

¿Otra vez jodiendo con el temita?

Un marica, cansado ya de

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Un marica, cansado ya de su estilo de vida, fue a consultar un médico con la esperanza de que lo ayudara a cambiar su preferencia sexual.

Pase. Adelante, señor Bonilla, indica el médico. ¿Conque usted quiere dejar de ser homosexual? Ha venido al sitio indicado, pues precisamente yo he conseguido desarrollar una terapia para que las personas como usted solucionen su situación.

Entusiasmado, el marica se pone en manos del galeno para que éste le practique dicha terapia. El médico le pide que se desnude y que se ponga en cuatro patas. En esa posición, comienza a pasar su dedo por el borde del ano del playo mientras dice:

Por la orilla, por la orilla, y se cura el señor Bonilla…

Como a los diez minutos exclama el maricón:

¡Ay, doctor, por el medio, por el medio, que Bonilla no tiene remedio!