Un borracho le grita a
Un borracho le grita a su mujer:
¡Mi amor, tu mamá se cayó del segundo piso!
¡Cómo! ¿Cuándo fue?
¡Hace como dos horas!
¡Y ahora me vienes a decir, borracho estupido!
¡Es que no podÃa hablar de la risa!
Un borracho le grita a su mujer:
¡Mi amor, tu mamá se cayó del segundo piso!
¡Cómo! ¿Cuándo fue?
¡Hace como dos horas!
¡Y ahora me vienes a decir, borracho estupido!
¡Es que no podÃa hablar de la risa!
En un restaurante estaban un tipo, su esposa y un pingüino. Se acerca un mesero y pregunta:
¿Puedo tomar su orden caballero?
“Mire, a mà deme un filete, a la señora otro y al pingüino quinientosâ€.
Muy bien, señor. ¿Y de tomar?
Para mà una cerveza, a la señora otra y al pingüino mil.
¿De postre?
Para mà una rebanada de pastel, otra para mi esposa y al pingüino 200 plátanos.
Muy bien, señor.
Al momento de entregar la cuenta, intrigado, el mesero se dirige al comensal:
“Señor, ¿le puedo hacer una pregunta?â€
“SÃâ€.
“¿Por qué tiene un pingüino?â€
“Pues, mire, yo me encontré una lampara mágica; cuando la froté salió un genio que me concedió tres deseos: primero le pedà tener mucho dinero, ya ve usted que hasta en efectivo le paguéâ€.
“Es cierto. Oiga, ¿y el segundo cuál fue?â€
“El segundo fue tener una esposa muy bonita y de buen cuerpo. Ya lo ve usted (dirige la mirada hacia su esposa).â€
“Tiene razón, ¿y el tercer deseo?â€
“Ése fue mi error, yo pedà tener un pajarote muy grande e insaciable, y ya ve usted, me mandó a este pinche pingüinoâ€.
Se encuentra una pareja de ancianos que tenÃan 40 años de casados y la ancianita se encuentra en las últimas. La viejita dice: Viejito, siento que me voy. Abre el cajón del ropero y saca la cajita que tengo ahÃ.
El viejito abre el cajón y saca la cajita, la abre y encuentra tres huevos y cien mil pesos. El viejito le pregunta: Qué significa esto. A lo cual la viejita responde: Mira viejito, cada vez que tenÃamos relaciones insatisfactorias colocaba un huevo en la cajita.
El viejito, asombrado, piensa: Tres huevos, signigica sexo insatisfactorio tres veces en cuarenta años: soy todo un garañón. Entonces, le pregunta a la viejita: ¿Y los cien mil pesos?
Contesta la viejita: ¡Ay viejito, es que cada vez que juntaba una docena la vendÃa!
Un tipo es detenido por un oficial de caminos cuando conducÃa hacia su casa en compañÃa de su esposa.
¿Cuál es el problema oficial?
Manejaba a 120 en una zona de 80.
No señor, iba a 85.
No es cierto Luis, ibas a 110, dice la esposa.
El tipo le echa una mirada de advertencia a su mujer.
También lo voy a multar por traer una de las luces descompuesta, le advierte el oficial.
¿Luz? ¿Cuál luz? No tenÃa idea de eso.
No te hagas Luis, esa luz está descompuesta desde hace más de 6 semanas, objeta su mujer.
Esta vez le echa una mirada equivalente a 17 cachetadas.
También lo multaré por no usar el cinturón de seguridad.
Pero si me lo quité en el momento que me detuvo.
Por favor, Luis, si tú nunca lo utilizas.
Esta vez Luis no soporta y le da un buen grito a su mujer: ¡Cierra el pico!
Señora, ¿su esposo le habla asà normalmente?
No, sólo cuando está tomado.
A Manolo le encantaba la pesca en hielo, por lo que un dÃa decide hacerlo después de mucho tiempo.
En cuanto llegó al lugar, se instaló cómodamente y abrió un hoyo en el hielo; después y procedió a introducir el cordel del hilo de pesca. Tras uno cuantos minutos de espera, decidió cambiarse de lugar. Al haber pasado cerca de media hora en espera de peces, se escucho una voz que decÃa:
Allà no hay peces.
Ignorando esto, Manolo continuó pescando. Un rato después, se escuchó nuevamente aquella voz:
He dicho que allà no hay peces.
Desconcertado, el tontilandés suelta:
¿Acaso será Dios quien me habla?
¡No, imbécil, sólo soy el encargado de esta pista de hielo!, responde la voz.
Una señora llega con el sacerdote llorando.
¿Qué le sucede señora?, le pregunta el clérigo.
Es mi hijo.
¿Y qué le pasa?
Es que el niño fuma marihuana.
El religioso hace pasar al infante y le pregunta que desde cuando fuma.
Desde la primera vez que hice el amor, le contesta con desparpajo.
¿Y cuándo fue la primera vez que hiciste el amor?, se sorprende el cura.
No me acuerdo, estaba borracho.
Se encuentran tres mujeres por la calle, dos de ellas llevan abrigos de visón y van muy enjoyadas; la tercera, extrañada, les pregunta:
¿Cómo hacéis para ir tan lujosas?
¡Ay, hija, porque podemos!
Uy, hay que ver lo mal que pronunciáis la jota, contesta la tercera.
HabÃa una vez tres hombres llamados Juan, Pedro y Pablo que eran muy pobres pero que tenÃan muchos deseos. Un dÃa le dice Juan a los demás:
Oigan muchachos que tal si para mejorar nuestra suerte hacemos un pacto con el diablo.
Los demás desesperados dicen ¡sÃ! y entonces comienza el ritual.
Oh, Lucifer ven aquÃ, ven aquÃ, ven aquÃ, y a los 10 minutos se aparece el diablo. Los hombres asustados se abrazan y les dice el diablo Muy bien muchachos ¿qué es lo que quieren?
Dice Juan: Señor Lucifer nosotros sólo queremos pedirle un deseo?
¿Y cuál es tu deseo?
Yo solamente deseo ser rico, muy rico.
Entoces le pregunta a Pedro: ¿Cuál es tu deseo?
Yo lo único que le pido son muchas, pero muchas mujeres.
Y por último le pregunta a Pablo: Y tú, Pablo ¿cuál es tu deseo?
Y Pablo contesta humildemente: Yo lo único que pido es un juego de ping pong.
Entonces, habiendo escuchado los tres deseos, el diablo se da la vuelta y se va. Al mes regresa con mucho dinero y se lo entrega a Juan y Juan dice:
¡Soy rico, muy rico! y se va felÃz.
Al siguiente mes regresa el diablo con muchas mujeres para Pedro y entonces Pedro se va felÃz.
Al año siguiente regresa el diablo todo ensangrentado y rasguñado por todas partes y le dice a Pablo con voz cansada: Toma, aquà está tu deseo
Y Pablo le dice:
Oye, pero si yo no te pedà esto.
Y entonces, ¿qué pediste?
Un juego de ping pong.
¡Ahhh, yo te entendà los huevos de King Kong!
n helicóptero volaba sobre Seattle cuando una falla eléctrica inhabilitó todo el equipo de navegación y comunicaciones electrónico. Debido a las nubes y la contaminación, el piloto no podÃa saber la posición y el curso del helicóptero para dirigirse al aeropuerto.
El piloto vio un edificio elevado, voló hacia él, escribió unas palabras en una hoja de papel y la puso contra la ventana del helicóptero. La nota decÃa: ¿Dónde estoy? en grandes letras. La gente que estaba en el edificio respondió rápidamente, con otra nota sobre la ventana, que decÃa: Estás en un helicóptero.
El piloto sonrió, saludó con la mano, vio su mapa, determinó el curso al aeropuerto y aterrizó a salvo. Cuando ya estaban en tierra, el copiloto le preguntó al piloto, cómo le habÃa ayudado la nota de Estás en un helicóptero a determinar su posición.
El piloto respondió:
Yo sabÃa que ese tenÃa que ser el edificio de Microsoft porque la respuesta que me dieron era técnicamente correcta pero completamente inútil.
Un niño estaba jugando en el parque con su perrito cuando, de repente, se escucha una gran explosión en dirección a su casa. De inmediato se fue detrás de los curiosos para ver en dónde habÃa ocurrido el siniestro.
Cuando llegó, el menor pudo confirmar lo anterior: su casa era la que habÃa explotado y, lo peor, su familia estaba adentro.
Abriéndose paso entre los curiosos, el infante pudo entrar a la casa (o lo que quedaba de ella). El cuadro no podÃa ser más estremecedor: su familia estaba totalmente calcinada. En un instante se habÃa quedado sin nadie.
Estupefacta y en estado de choque, la criatura sale de la casa y en ese momento los curiosos hacen un cÃrculo alrededor de él; se hace un silencio sepulcral, y de pronto todos a coro empiezan a gritar:
¡Quiere llorar, quiere llorar…!