Juan y María han sido novios desde la secundaria pero nunca han hecho el amor.

Tenemos que esperar a que nos casemos, sugiere la chica.

Así que él espera. Tienen 3 años de compromiso y, finalmente, el gran día llega. Pero, en la noche de bodas María sale del baño y le informa:

Malas noticias: tengo la menstruación y no quiero que nuestra primera vez esté manchada de sangre.

Estás bromeando, dice Juan esperanzado.

Tendremos que esperar un poco más.

Y María se va a dormir. Se despierta a las 3 de la madrugada para beber algo; de regreso a la cama advierte que Juan está con los ojos totalmente abiertos mirando al techo.

Eso no sirve de nada, Juan, es mejor que te duermas.

Lo haría, pero mi pene está tan erecto que no queda piel suficiente para que pueda cerrar los ojos.