A Manolo le encantaba la
A Manolo le encantaba la pesca en hielo, por lo que un dÃa decide hacerlo después de mucho tiempo.
En cuanto llegó al lugar, se instaló cómodamente y abrió un hoyo en el hielo; después y procedió a introducir el cordel del hilo de pesca. Tras uno cuantos minutos de espera, decidió cambiarse de lugar. Al haber pasado cerca de media hora en espera de peces, se escucho una voz que decÃa:
Allà no hay peces.
Ignorando esto, Manolo continuó pescando. Un rato después, se escuchó nuevamente aquella voz:
He dicho que allà no hay peces.
Desconcertado, el tontilandés suelta:
¿Acaso será Dios quien me habla?
¡No, imbécil, sólo soy el encargado de esta pista de hielo!, responde la voz.
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