En aquel pueblo se acostumbraba
En aquel pueblo se acostumbraba pasear a la Virgen patrona durante la Semana Santa por todas las calles; pero existÃa una condición para aquella persona que la cargara: ésta deberÃa ser virgen.
El cura del pueblo tiene arremolinadas a todas las señoras con sus hijas, preguntándoles:
A ver, una señorita que pase al frente para que cargue a la virgen.
Todas las mujeres se dan de codazos.
Ãndale, mija, pásale, le dice una señora a su hija.
¡No, mamá, ya no soy…!, le responde compungida la chica.
Como entre aquel tumulto no habÃa ninguna señorita que pudiera cargar a la virgen comenzó a armarse un fuerte barullo. Entonces, el sacerdote se dirige a la multitud:
A ver, una señorita de allá de atrás (refiriéndose a las mujeres que se encontraban detrás del gentÃo).
En eso, sale una muchacha gritando:
¡Ah, sÃ, de atrás yo si soy virgen!
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